Arcadio Gil.
Ha sido casi inevitable, al aceptar encabezar la candidatura de Caminos de Futuro a las elecciones del Colegio de Ingenieros de Caminos, echar la memoria atrás y recordar los orígenes de mi relación con el Colegio, así como lo instrumental que fue su papel para poder lanzar nuestra idea de reunir en un cierto momento a todos nuestros compañeros de Promoción, la CLXVI de la Escuela de Madrid, la de 1977.
Recuerdo con ilusión aquellos primeros pasos de mi relación personal con el Colegio, allá por junio de aquel año de 1977. Terminadas las clases, y ya incorporado para cumplir con las prácticas de la “mili” como Oficial de Complemento en los cuarteles de Loyola de San Sebastián, veníamos a Madrid para los últimos exámenes. Con la perspectiva de sentirnos ya todos Ingenieros, compartíamos una cierta emoción al hablar de la institución, y saber que la sede era el palacete de Almagro 42, que poco antes había inaugurado Jose Antonio Fernández Ordóñez, una vez abandonada bajo su impulso la idea inicial de instalar las oficinas del Colegio, desde la sede inicial de Montalbán, en un edificio nuevo entre medianeras en la calle de Agustín de Bethancourt, justo a espaldas del entonces Ministerio de Obras Públicas.
En aquellas visitas al Colegio que hacíamos con el grupo de amigos, obteníamos con ilusión el carnet de Ingeniero de Caminos, y descubríamos cual iba a ser nuestro número de colegiado, aquel que iba a borrar para siempre el que nos había dominado en los últimos años, el de la Escuela. Y recuerdo que casi como de forma automática abriríamos la cuenta en la Caja Cooperativa de Crédito (no creo que se llamara ya Caja Caminos), y nos volvíamos por la acera, echando una vista atrás y sintiendo el palacete de Almagro, desde aquellos momentos iniciáticos, como si fuera ya también un poco nuestro.
No recuerdo haber pisado mucho más el Colegio en los años siguientes salvo para visar esporádicos trabajos que nos encargaban algunos Ayuntamientos, pavimentaciones, redes de saneamiento, encauzamientos, etc. Pero, de golpe, ya con La Vaguada inaugurada y acuciado cada fin de semana leyendo los casos del Iese, con un maravilloso grupo de compañeros de promoción bien conocidos como Alejandro Tuya, Manolo Sanz, Javier Reyero y Manolo Manrique, nos damos cuenta de que ya, ¡que rápido pasaron!, vamos a cumplir 10 años desde que terminamos en la Escuela.
Es ya 1987, y decidimos que tenemos que celebrarlo: será nuestro X Aniversario. En su preparación, recordamos hoy con gran cariño aquellas gestiones para disponer de una base de datos fiable que nos permitiera convocarles a todos. A todos, no queríamos convocar solo a los colegas amigos y localizados. Recuperamos de los cartapacios de 10 años antes las listas de la Escuela, refrescamos el orden en el que nos habían clasificado al terminar, constatábamos que no sabíamos nada de Ángel Ogueta, nuestro número 1 de promoción, y mil anécdotas más, sobrevenidas mágicamente de un plumazo. Pero… ¿y las direcciones para escribirles y convocarles a todos? ¡a todos!
Diez años habían sido suficientes para que muchos de nosotros nos hubiéramos quedado desconectados y por tanto, nuestra pista perdida para el resto de compañeros. Más cuando, en la época que terminamos, pocos puestos de trabajo ofrecían las constructoras y empresas más clásicas, y muchos habían iniciado sendas profesionales en la informática, en la consultoría, en la gestión, o en negocios familiares.
Y nos acordamos, entonces sí, del Colegio, de la sede de Almagro, y de la garantía que nos podía llegar a ofrecer para proporcionarnos las direcciones, postales entonces, claro, y datos de contacto, teléfonos domiciliarios, de prácticamente todos los que figuraban en las listas de la Escuela. Recompusimos un directorio completo de la promoción, imaginamos la denominación de Caminos77, ensayamos un aprendiz de imagen corporativa, compramos sobres y sellos para franquear, y, claro, buscamos un local para el reencuentro: allí, en los delfines, el ya por entonces clásico Mayte Commodore. Y lanzamos la convocatoria. Junio 1987, diez años después. Hace justo ahora 33 años.
No recuerdo bien el motivo por el que el Presidente, francés, de mi empresa tuvo que declinar una invitación para hacer una presentación del proyecto, obra y funcionamiento de la por entonces vedette europea del sector, el que nos empeñábamos entonces en llamar Centro Comercial Madrid 2, o sea, La Vaguada. No me pude oponer a sustituirle en un congreso europeo en la isla de Rodas, y, sin saber ni cómo explicármelo a mí, ni explicárselo a los demás, no pude estar en aquel mágico reencuentro, en la celebración de los diez años en Mayte Commodore.
Treinta y tres años han pasado desde aquel momento inaugural, iniciático para todos, donde los mejores recuerdos y complicidades salieron a flote, y donde la promesa de no dejar otros 10 años sin encontrarnos pronto fructificó. Estábamos todos nosotros en nuestros serios avances hacia la madurez profesional de cada uno. Y, ya desde el año siguiente, 1988, iniciamos un encuentro anual el ultimo viernes de noviembre que hemos conseguido no interrumpir en una sola ocasión: Mindanao, Velázquez, Casino de Madrid, Fénix, Intercontinental, … Y vinieron después los viajes, y las distinciones, y nuestra web propia www.caminos77.com que continuamos con cariño hasta hace pocos años… Pero esto ya es otra historia,
¡Caminos77, siempre en el corazón!